Abre todas las puertas.
Abre todas las puertas: la que conduce al oro, la que lleva al poder, la que esconde el misterio del amor; la que oculta el secreto insondable de la felicidad, la que te da la vida para siempre en el gozo de una visión sublime. Abre todas las puertas sin mostrarte curioso ni prestar importancia a las manchas de sangre que salpican los muros de las habitaciones prohibidas, ni a las joyas que revisten los techos, ni a los labios que buscan los tuyos en la sombra, ni a la palabra santa que acecha en los umbrales. Desesperadamente, civilizadamente, conteniendo la risa, secándote las lágrimas, en el borde del mundo, al final del camino, oyendo cómo cantan los ruiseñores, no lo dudes, hermano: abre todas las puertas. Aunque nada haya dentro.
Un título muy conseguido para un poema de L. Alberto de Cuenca.
Una exhortación poética a vivir, con todas sus consecuencias; y ara vivir es necesario avanzar, descubrir, abrir lo que está cerrado;.
Unas hermosas palabras de aliento al lector /oyente, al tú poético, advirtiéndole de lo que –esto es la vida, se encontrará; situaciones, otras personas, palabras…
Hace falta osadía para vivir, parece decir esta poesía.