Amada
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Amada, sólo un tema me queda hoy en la vida:
tú eres mi tema, tú eres mi asunto solitario;
en mi espalda te llevo igual que un dromedario
en el desierto lleva su gran agua escondida;
igual que el dromedario cruza los arenales
una vez y otra vez sin salir del desierto,
con su estéril nostalgia de valle, hasta que es muerto
sobre los arenales, sobre los arenales;
igual que el dromedario yo soporto las cargas
con mi paso cansino de soledad, las llevo
sobre mí por arenas persistentes y largas;
y, como el dromedario, avaricioso, traje
mi cántaro de agua, y te bebo y te bebo
sin otro dios que tú mientras dura el viaje.–
Un poema de Félix Grande -nacido en Mérida, poeta, ensayista y narrador, marido de poeta y padre de poeta, uno de los grandes de la poesía siglo XX en castellano- que consiste en una declaración de amor, del yo al tú.
En el primer cuarteto de este soneto, el yo lírico declara hiperbólicamente lo que supone el tú amado para él, a la que apostrofa y, originalmente, se iguala a un dromedario -en principio, un animal poco poético, con una sola joroba- para mostrar su estrecha conexión con quien ama. En el siguiente cuarteto y dos tercetos, explica y poetiza el yo -introduciendo otra nueva imagen, el desierto/vida/existencia- cómo el amor hacia la Amada… se convierte en el sustento de todo.
Un excelente poema amoroso, el amor en su máxima expresión, la belleza de la literatura.
Gracias a nuestro excompañero del Santi, Luis, por la lectura de esta composición.