Amor y caracoles

El día que tú quieras
me llamas y nos despedimos un poquito
compartimos el portal y nos hacemos
un nudo en la garganta,
unos de esos nudos que te dejan sin habla
de los que llenan el cuerpo de viernes y caracoles,
o si lo prefieres nos confiamos un secreto
y la pasión por Nicaragua,
el misterio de las 39 rosas rojas
y ese color que nunca tuvo la tristeza.

El día que tú quieras me atas a la cama y nos despedimos
de lo poéticamente correcto
y en lugar de escribir versos nos tatuamos un delirio
o dejamos pasar el tiempo y reventamos de utopía
este momento de carne, sudor y risas.

El día que tú quieras
mientras alguien intenta explicar este poema
nos casamos con la vida y engañamos al mundo
como el mundo engaña al hombre
y el hombre a los caracoles. 

Un poema de Uberto Stabile de asunto amoroso (véase el título), divertido y desenfadado.

Se organiza en torno a la anáfora de “El día que tú quieras…”, exhortando al tú poético amado o no amado, complaciente o no, en tres estrofas.

En ellas, aparece de un modo enrevesado y confuso, caótico, los tópicos del amor, o del desamor, o de la indefinición entre el amor y lo que no lo es.

El yo poético se incluye dentro del poema en el pronombre nosotros, más un deseo que una realidad, para hablar de lo que podría ser; la relación sentimental, más que un hecho, es una propuesta o una indeterminación.

Por último, la segunda parte del título… los caracoles… una manera figurada de expresar ese desarreglo corporal relacionado con el amor que Gabriel García Mázquez describió como mariposas en el vientre y Truman Capote como pececillos nadando por las venas.

 

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