Canción de la espera
Espero tu sonrisa y espero tu fragancia
por encima de todo, del tiempo y la distancia.
Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo
regresarás... sé sólo que te estaré esperando.
En lo alto del bosque y en lo hondo del lago,
en el minuto alegre y en el minuto aciago,
en la función pagana y en el sagrado rito,
en el limpio silencio y en el áspero grito.
Allí donde es más fuerte la voz de la cascada,
allí donde está todo y allí donde no hay nada,
en la pluma del ala y en el sol del ocaso,
yo esperaré el sonido rítmico de tu paso.
Comprendo que de mí ya se ría la gente
al ver cómo te espero desesperadamente.
Cuando todos los astros se apaguen en el cielo,
cuando todos los pájaros paralicen el vuelo,
cansados de esperarte, ese día lejano
yo te estaré esperando todavía.
No importa; aunque me digan todos que desvarío,
yo te espero en las ondas musicales del río,
en la nube que llega blanca de su trayecto,
en el camino angosto y en el camino recto.
Niño, joven o anciano, sonriendo o llorando,
en el alba o la tarde, yo te estaré esperando,
y si me convenciera de que ese ansiado día
no habría de llegar, también te esperaría.
Un poema de José Ángel Buesa sobre algo tan lírico como la creencia de que alguien (¡otro poema amoroso!) volverá a nuestro lado, al lado de cualquiera.
Con una intensidad poética admirable, el yo lírico (pendiente de un tú ausente) poetiza el mundo en que se va a envolver ese estado mental y sentimental personal, el entorno transfigurado en poesía.
El amor y la esperanza, otra vez bellamente expresados con palabras.
Gracias a Ricardo A. Zarco, exalumno de nuestro Centro, por su recitación.