Derechos y deberes de la autora

 
Probadme, mordisquead mis pensamientos,
los vicios, mis caídas;
es fácil
bajar
la cremallera
de una mujer expuesta, que se dona.
Mas,
no puedo aseguraros
que lleguéis hasta mí,
a la raíz del llanto o de la risa.
Aún conduzco en medio de la niebla
y es largo este camino de carteles
por el que voy buscando mi morada.
 
Me doy
pero me guardo,
he ahí mi mercancía.
Dejadme que conserve
algún secreto
furioso
entre los dientes.
 
Por lo demás, leedme sin piedad.

Un poema de Marina Tapia -poeta y artista plástica, residente ahora en Granada, autora de 50 Mujeres desnudasEl relámpago en la habitación, Marjales de interior, entre otros… y ganadora de varios premios literarios; ha impartido talleres de creación literaria para niños y adultos y numerosas lecturas poéticas en centros educativos, asociaciones, centros culturales y bibliotecas; es Sátrapa del Institutum Pataphysicum Granatensis- con un título que recuerda un texto administrativo-legislativo.

El lado poético del título viene de “de la autora”, y así se convierte en un texto metaliterario que se centra en la persona creadora, el yo poético, que se presenta a sí mismo.

En el desarrollo del texto se encuentran dos actantes, el yo poético -que explicita líricamente su trabajo creador, sus intenciones y límites- y la segunda persona del plural, los lectores, los receptores de la creación -a lo que la autora encamina y enseña en ese camino de lectura de lo creado-.

En un estilo cercano, muy lírico, de versos libres y bellos, se crea una composición, un juego literario, muy conseguido.

Gracias a Marina Tapia por la generosidad de la lectura de una composición suya. A leer poesía.

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