El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».


Este es un poema (de Luis Alberto de Cuenca) de amor y cotidianeidad.

El yo del poema (Me gustas…) habla a un y de un tú que llena el poema, su día y su vida.

Las cualidades del tú son defectos (en contra de las normas poéticas esperadas; no deja ser una parodia de un poema de amor, divertida y hasta sorprendente), detalles, estados de ánimo e instintos (Qué bella la metáfora risa = ducha en el infierno).

El tú del poema llena todo, hace renacer la vida (o el inicio del día, que es lo mismo) con… (y esto es poesía) amor.

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