El canto de las sirenas
— ¡Eh, célebre Odiseo, gloria insigne de los aqueos!
Acércate y detén la nave para que oigas nuestra voz.
Nadie ha pasado en su negro bajel sin que oyera la suave voz
que fluye de nuestra boca; sino que se van todos
después de recrearse con ella, sabiendo más que antes;
pues sabemos cuántas fatigas padecieron en la vasta Troya
argivos y teucros, por la voluntad de los dioses,
y conocemos también todo cuanto ocurre en la fértil tierra.
En el canto XII de la Odisea, Ulises es advertido por la diosa Circe de lo peligroso que era el canto de las sirenas (que seducían a los marineros con sus cantos para después matarlos; y se encontraban en la costa de Sicilia). Ulises ordenó tapar con cera los oídos de sus remeros y se hizo atar al mástil del navío. Si por el hechizo musical pedía que lo liberasen, debían apretar aún más fuerte sus ataduras. Gracias a esta estratagema Ulises fue el único ser humano que oyó el canto y sobrevivió a las sirenas, que devoraban a los infaustos que se dejaban seducir.
Este fragmento recoge las palabras literales que le dirigen las sirenas a Ulises. Valga como testimonio directo de unas divinidades y como fragmento genial de una obra literaria patrimonio de la humanidad.
Este episodio ha dejado en castellano la frase hecha canto de sirenas; se utiliza para señalar un discurso elaborado con palabras agradables y convincentes, pero que esconden alguna seducción o engaño.
Se recoge también el fragmento en griego clásico y en hexámetros, tal como lo escribiría algún aedo.
δεῦρ᾽ ἄγ᾽ ἰών, πολύαιν᾽ Ὀδυσεῦ, μέγα κῦδος Ἀχαιῶν,
νῆα κατάστησον, ἵνα νωιτέρην ὄπ ἀκούσῃς.
οὐ γάρ πώ τις τῇδε παρήλασε νηὶ μελαίνῃ,
πρίν γ᾽ ἡμέων μελίγηρυν ἀπὸ στομάτων ὄπ᾽ ἀκοῦσαι,
ἀλλ᾽ ὅ γε τερψάμενος νεῖται καὶ πλείονα εἰδώς.
ἴδμεν γάρ τοι πάνθ᾽ ὅσ᾽ ἐνὶ Τροίῃ εὐρείῃ
Ἀργεῖοι Τρῶές τε θεῶν ἰότητι μόγησαν,
ἴδμεν δ᾽, ὅσσα γένηται ἐπὶ χθονὶ πουλυβοτείρῃ.