El dios abandona a Antonio



Cuando, de pronto, a media noche oigas
pasar una invisible compañía
con exquisitas músicas y voces,
no lamentes en vano tu fortuna
que cede al fin, tus obras fracasadas,
los ilusorios planes de tu vida.
 
Como dispuesto de hace tiempo, como valiente, dile
adiós a Alejandría que se aleja.
Y sobre todo no te engañes: en ningún caso pienses
que es un sueño tal vez o que miente tu oído.
A tan vana esperanza no desciendas.
 
Como dispuesto de hace tiempo, como valiente, como
quien digno ha sido de tal ciudad, acércate
a la ventana. Y ten firmeza. Oye
con emoción, mas nunca
con el lamento y quejas del cobarde,
goza por vez final los sones,
la música exquisita de la tropa divina,
despide a Alejandría que así pierdes.

Un poema de K. Kavafis de base histórica. El protagonista del poema es (Marco) Antonio, que se opuso a Octavio, el futuro emperador Octavio Augusto (juntos formaron el segundo triunvirato, además de Lépido, y se enfrentaron en una guerra civil); la última batalla tuvo lugar en Actium y el primero acabó derrotado.

Según el historiador Plutarco, en la víspera de la batalla final de Actium, el militar y político se despide de la ciudad de Alejandría y del dios Baco -en quien confiaba-, y se encuentra casualmente con el paso y el revuelo de una turba festiva.

Esta poesía recoge esta escena pseudohistórica, y el autor se sirve de ella para, hablándole al protagonista/tú poético (al fin a todos los lectores), hacer una serie de reflexiones y consideraciones sobre la vida y el destino y su actitud ante ellos.

Así, Kavafis habla de la capacidad y necesidad del hombre de asumir el destino, de la presencia y de la entereza de ánimo ante la posible adversidad que se cierne. Con un tono triste, pero firme, el poeta crea un canto lírico a la dignidad muy hermoso.

Gracias a Agustín García, excompañero de nuestro Centro, por su lectura.

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