El gorrión

Nómada todavía
en la ladera azul del horizonte,
el gorrión acampa
junto al césped maltrecho
que guarda mi sombrilla.
Alzo curioso el párpado
y más allá de mí
el pico engulle
un cómplice silencio sensorial.
A resguardo, las alas
se remansan,
suturan un paréntesis fugaz;
los pliegues del plumaje
son destellos de sol sobre los hombros.
 
Cumplida la tarea,
se adentra en lo distancia
la renacida alquimia de voluntad y vuelo.
Pone tildes el aire
en las vocales de un lugar perdido.
Sin pronunciar palabras,
queda en el surco abierto
del testigo el rumor apacible
de lo que permanece;
el tanteo frugal
que cobija la ausencia.
 
Después, todo retorna;
es alegría intacta la lumbre del comienzo.
Otra vez, solitario,
vuelvo al libro y perdura
en el opaco limo del poema
ese punto de quiebra de otro vuelo,
el reclamo oferente de una miga de pan.

Un poema de José Luis Morante de una enorme calidad, que contiene la poetización del encuentro entre el yo poético en su cotidianeidad y un animal casi insignificante y humilde como el passer domesticus; una sorpresa, una curiosidad, una dosis de alegría ante la vida.

La contemplación de un pájaro convertida en poesía; una expresión deslumbrante y magnífica, un dominio de la lengua y una sensibilidad fuera de lo común por su maestría y su capacidad de comunicación.

Gracias por segunda vez a José L. Morante por la lectura de una composición propia.

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