Libertad
En mis cuadernos de escolar, en mi pupitre, en los árboles, en la arena y en la nieve, escribo tu nombre. En las páginas leídas, en las páginas vírgenes, en la piedra, la sangre y las cenizas escribo tu nombre.
En las imágenes doradas,
en las armas del soldado,
en la corona de los reyes
escribo tu nombre.
En la selva y el desierto,
en los nidos, en las emboscadas,
en el eco de mi infancia
escribo tu nombre.
En las maravillas nocturnas,
en el pan blanco cotidiano,
en las estaciones enamoradas
escribo tu nombre.
En mis trapos azules, en el estanque de sol enmohecido, en el lago de viviente lunas escribo tu nombre.
En los campos en el horizonte,
en las alas de los pájaros,
en el molino de las sombras
escribo tu nombre.
En cada suspiro de la aurora,
en el mar en los barcos,
en la montaña desafiante
escribo tu nombre.
En la espuma de las nubes,
en el sudor de las tempestades,
en la lluvia menuda y fatigante
escribo tu nombre.
En las formas resplandecientes,
en las campanas de colores,
en la verdad física
escribo tu nombre.
En los senderos despiertos,
en los caminos desplegados,
en las plazas desbordantes
escribo tu nombre.
En la lámpara que se enciende,
en la lámpara que se extingue,
en la casa de mis hermanos
escribo tu nombre.
En el fruto en dos cortado
en el espejo de mi cuarto,
en la concha vacía de mi lecho
escribo tu nombre.
En mi perro glotón y tierno,
en sus orejas levantadas,
en su patita coja
escribo tu nombre.
En el quicio de mi puerta,
en los objetos familiares,
en la llama de fuego bendecida
escribo tu nombre.
En la carne que me es dada,
en la frente de mis amigos,
en cada mano que se tiende
escribo tu nombre.
En la vitrina de las sorpresas, en los labios displicentes, más allá del silencio, escribo tu nombre.
En mis refugios destruidos,
en mis faros sin luz,
en el muro de mi tedio
escribo tu nombre.
En la ausencia sin deseo,
en la soledad desnuda,
en las escalinatas de la muerte
escribo tu nombre.
En la salud reencontrada,
en el riesgo desaparecido,
en la esperanza sin recuerdo
escribo tu nombre.
Y por el poder de una palabra vuelvo a vivir; nací para conocerte, para cantarte, libertad
Libertad, de Paul Eluard.
Se cuenta que este poema fue lanzado desde los aviones británicos sobre la Francia ocupada en la Segunda Guerra Mundial.
Esta composición discurre entre la evocación y la actualización de la libertad como condición vital del ser humano, que es sentida en un continuum de tiempo desde que tiene uso de razón hasta todo evento pequeño o grande en su adultez.
Básicamente, se trata de una acumulación de lugares y situaciones indudablemente poéticas.
Defender la libertad se vuelve una necesidad inmediata del arte, pues es la esencia en que él y la vida deben desenvolverse para comunicarse.