El río
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Si pudiera elegir, sería un río.
Siempre el mismo, pero sin ser el mismo nunca.
Un río hundiéndose como daga en el mar
en el exacto instante repetido
en el que también nace sin testigo alguno
entre las grietas de una peña y se desliza como lágrima.
Y a cada instante ser también
hilo de agua solitario entre árboles pacientes
que levanta un rumor de agua nerviosa
o se ensancha orgulloso al paso de ciudades
por reflejar torres del oro y vanas catedrales,
o da de beber al ganado en un recodo
o se inventa piscinas para que se bañen los chavales.
No, nuestras vidas no son ríos:
ellos siguen naciendo cuando mueren,
siguen corriendo alegres, violentos,
o se remansan en los valles.
Si pudiera elegir sería un río, cualquier río.
Algo que siempre está naciendo,
algo que está pasando siempre,
algo que muere en cada instante.
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Un poema de Juan Bonilla -escritor de relatos, novelas y poesía, y traductor español actual- que comienza con la declaración del yo poético de identificarse con un río, sirviéndose del peso cultural y filosófico del río en nuestra cultura.
En la segunda parte continúa exprimiendo ese deseo de identificación en tanto que el río presenta cualidades benéficas y estéticas indudables, presentado todo esto con un sentido muy lírico en su expresión.
Para acabar, el propio yo poético acaba con esa ilusión… nosotros somos finitos, mientras el río no lo es.
Un destacado texto en su uso de la lengua, en su capacidad de comunicación de una idea, que se mueve entre lo cultural y lo emocional.
Gracias a Luis Sánchez, compañero de nuestro centro, por la lectura de esta composición.