El silencio

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Mi padre solía decir:
“Las personas superiores jamás hacen visitas largas;
no hay que enseñarles la tumba de Longfellow,
ni las flores de cristal de Harvard.
Autosuficientes como el gato
—que se lleva la presa a un rincón
con el rabo fláccido del ratón colgándole de la boca como un cordón de zapato—
a veces disfrutan de la soledad,
ya que se pueden quedar sin habla
al escuchar palabras que les hayan encantado.
El sedimento más profundo se expresa siempre en silencio:
No en el silencio, sino con discreción”.

Tampoco era insincero cuando decía: “Haz en mi casa tu posada”.
Las posadas no son domicilios.

Marianne Moore escribió este excelente poema conceptual; hablar y poetizar sobre el silencio, ni más ni menos (y sobre la hospitalidad, nada más ni nada menos).

La poeta pone en boca de su padre (!) las palabras del poema; la superioridad moral, la soledad, el silencio, la discreción… como valores destacables y deseables (una imagen hasta cruel –la naturaleza no es cruel, es naturaleza-) poetiza su tesis.

Y ahí deja eso; la hospitalidad, en su justa medida…

Genial.

 

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