El tránsito

Una paloma ha elegido mi terraza para su agonía.
El encuentro inesperado nos sobresalta a ambos,
pero ella al instante parece comprender:
yo no soy el heraldo de su muerte,
y sigue, indiferente, en un rincón,
con el plumaje hinchado.

 
Diré lo previsible: en sus ojos creo leer
una súplica, un desvalimiento
ante lo para ella incomprensible:
¿qué es la muerte,
la enemiga de su vuelo,
esa cosa invisible que la postra
en territorio extraño?

 
Hace un momento se ha mudado a una zona de sol,
buscando alivio al frío que sin duda le invade,
el bálsamo de luz que ahuyente el mal.

Sé que dentro de unas horas
tendré que recoger su cadáver
y escribo esto por no poder decirle:

“Tranquila, pasará pronto.
Lo peor de la muerte es conocerla
desde mucho tiempo antes de morir.
Tú pudiste volar y fuiste eterna”.

Un poema de Felipe Benítez Reyes -autor de narrativa, ensayo y poesía- cuyo título ya presenta el contenido de la composición -un tema humano ocultado con otro nombre en muchas ocasiones y en este caso poetizado, de la misma manera que el viaje definitivo de Juan R. Jiménez o la terra inexplorata, de donde ningún viajero vuelve, de W. Shakespeare.

El momento de inicio es la contemplación por parte del yo poético de una paloma que se refugia cerca en el trance de su inminente muerte. Y de aquí, la observación lírica del animal, la reflexión sobre lo que está viviendo y el momento que le queda por vivir al ave, para acabar con la constatación de que el conocimiento previo de nuestra propia muerte nos determina.

Una prueba de lucidez y una reflexión genial sobre los determinantes de nuestra humanidad; y un brillante uso de la lengua y una precisión y selección léxica excelentes.

Gracias a Cándido Gómez -artista, actor de cine y teatro pacense, fundador y líder de LA CANDI 2 BANDA- por la lectura de este texto.

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