La magia de los días

La magia de los días no se encuentra
oculta en la excepción de nuestros días mágicos.
 
La magia no reside en las ciudades
que, mágicas, preserva la memoria,
porque en ellas vivió nuestro fantasma
y, en aquel tiempo ardido, ardió feliz.
No has de buscar la magia de tus días
en la noche feroz y su embeleso,
en citas victoriosas,
en batallas de cama hasta crucificarte.
 
La magia, en la aventura, es transparente,
y no hay que ser un mago para verla.
Las mañanas radiantes, los caballos,
los barcos que se pierden en la bruma
son mágicos por sí.
 
A través de los días, es casi imperceptible
la magia de los días. Vive en lo rutinario,
monótona y sin voz entre lo oscuro.
Lo mágico consiste en proseguir
con la respiración, aliento por aliento,
en la perseverancia que nos mantiene en pie,
en la conciencia absurda que nos muestra
como una inútil pieza prescindible
del engranaje absurdo de este mundo.
 
Es mágico el afecto renovado
que algunos nos profesan, y permite
distraer por instantes
el curso, enfurecido, de la vida.
 
Recuérdalo a menudo
—y recordar es mágico—:
recuerda que tus días
se esfumarán al fin entre tus dedos,
como por arte de una magia negra.

Un poema de Carlos Marzal (uno de los principales representantes de la poesía de la experiencia, que dominó la lírica española en los años 80 y 90, junto a Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes o Vicente Gallego; ganador de los premios Nacional de Poesía y de la Crítica, del Premio Antonio Machado de Poesía y del XVI Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe; también ha escrito narrativa) que consiste un desarrollo de su título.

Y por arte de magia poética de la buena, este maravilloso poema desarrolla la expresión del título para (después de haber aclarado lo que no es la magia de nuestra vida=días=existencia) identificar lo mágico/extraordinario/admirable que es en lo que vivimos… Y todo lo que se pueda escribir está de más y ensucia la expresión lírica aquí leída.

Un texto genial, un estilo impecable, una belleza extrema.

Gracias a Rosa Gordillo, profesora de Lengua Castellana y Literatura en el IES Carolina Coronado, por la lectura de esta composición.

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