La metafísica de Pedro el heladero

 Según lo veo yo, el cielo es otro mundo, nada más,
y yo no soy de ahí.
Vi un programa en la tele acerca de los peces de las profundidades,
que viven tan profundo que casi no son peces, sino apenas
pinchos y lamparitas que relumbran en un lugar extraño.
Nosotros no podemos bajar tanto, excepto en una máquina.
De intentar respirar, nos ahogaría el agua,
y nos aplastaría la oscuridad. Mientras que aquellos peces
se la pasan nadando por ahí, con sus luces intermitentes y sus dientecitos,
comiendo lo que sea que ellos comen,
todas nuestras palabras y los planes que hacemos no nos sirven de nada;
y todas esas sombras y las cosas que brillan,
junto con la comida invisible de los peces,
tienen bastante más sentido que nosotros.
 
¿Por qué sería diferente el cielo?
Otro país por el que para entrar tenemos que morir,
y donde ya no importan la tierra ni la sangre ni los huesos,
y hay que aprender a parecerse al aire
después de caminar por tantos años.
Cuando a la noche prendo una vela al costado de mi cama,
eso es lo más que llego a parecerme
a los peces de las profundidades.
 
Se me voló el sombrero un día de viento;
quizá eso se parezca un poquito a volar
o a tener un espíritu o a ser uno. Jamás volví a encontrarlo.
Quizá llegue a algún lado antes que yo,
quizá me quede donde estoy sin él. ~

Un poema de la poeta Robin Myers con un título como poco sorprendente, pero muy oportuno a su contenido.

En 27 versos largos, el yo poético, ese quídam, divaga, hace metafísica sobre su vida -sobre nuestra vida- y sobre la concepción del mundo (ahí queda eso).

El yo lírico reflexiona (en versos de un estilo cotidiano, agradable, coloquial y entendible) sobre la idea humana del cielo -al que opone la vida más real y auténtica que las profundidades marinas-; nos muestra su desconfianza ante ese constructo humano del mundo celeste -al que sigue oponiendo, con humor, la realidad del mundo abisal-.

La poesía acaba con cinco versos de un lirismo, una simpleza, un humor y a la vez una profundidad que solo se consigue con un gran dominio de la expresión poética.

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