La retama
Y tú, lenta retama, que de frondas fragantes esta campiña desolada adornas, también al cruel poder morirás luego del subterráneo fuego, que volviendo al lugar que ya conoce avaro ha de extender su rojo manto por tu fresca espesura. Indiferente doblarás bajo el peso del destino tu cabeza inocente: mas hasta entonces no la habrás en vano doblegado con súplicas cobardes del futuro opresor, ni erguido nunca delirante del orgullo a las estrellas, sobre el desierto donde lugar y nacimiento el azar, no tu gusto, darte quiso; que más sabía que el hombre, menos necia, no creíste jamás que por el hado o por ti misma eterno tu caduco linaje fue creado.
Un poema de Giacomo Leopardi (del que dicen que es su mejor composición) sobre un arbusto.
En una poesía genial, el poeta se dedica a ensalzar (dirigiéndose a ella, cosas de la lírica, escribiendo estos versos en segunda persona) las cualidades de este vegetal, sus duras condiciones de existencia, su relación con el fuego (!), y a aplicar los rasgos definitorios de la estirpe humana en esta descripción.
Acaba esta composición con una comparación que termina perdiendo el hombre…
Una poesía sublime, que trasmite un pesimismo en torno al hombre y sus cualidades.
Sin embargo, nos podemos quedar con la belleza de la naturaleza aquí pintada y con la posible redención de alguien, por ejemplo de quien lea esto.