Las ciudades
Me gustan las ciudades, sus plazas,
sus calles, sus esquinas,
sentarme en la terraza de un bar
con un café delante
y dejar que pase el tiempo,
sin hacer nada, sin prisa,
observando esto y aquello,
y luego ir a alguna librería y revolver
un poco en los estantes,
y si hay río cruzar el puente
y repetir la misma operación al otro lado.
Me gusta estar solo entre la gente,
no ser nadie, no tener que ir a ningún sitio
pero poder ir a todos.
Me gusta la primera vez que me asomo
al espejo del baño del hotel,
ese momento de suspense,
recién llegado, cuando
no sabes si va a aparecer tu rostro
o el del último huésped, atrapado aún
en la memoria del azogue.
Me gustan los parques y los ríos
urbanos, pasear por ellos, a su lado,
especialmente en otoño.
Me gustan las ciudades, sí: andar,
mirar, vivir, enamorarme
de esa mujer del vestido rojo…
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Un poema de Karmelo C. Iribarren donde en cuatro estrofas -libres en todos los sentidos, e iniciadas con la anáfora “Me gusta…/Me gustan…”- poetiza su gusto por el ambiente urbano, por su disfrute y por las sensaciones que le produce.
En la primera estrofa, el yo poético habla de su propia sensibilidad y de momentos vividos -que pueden ser los vividos por otros. En la segunda estrofa, escribe sobre la libertad que se siente en soledad y rodeado. La tercera estrofa contiene una curiosa escena bien hecha versos, sobre la identidad difuminada en un entorno dado. En la cuarta estrofa, vuelve al paisaje, a lugares y momentos vividos, donde el poeta se siente bien y siente bien.
Una composición muy lírica, una canción al entramado humano y su hábitat, y una expresión de emociones y sensaciones delicadas.
Gracias a David Moreno -antiguo alumno de nuestro Centro y ahora alumno en prácticas del máster de educación en el mismo sitio- por la lectura de esta poesía.