Melancolía
En el ocaso de mi alma mustia y triste,
susurra el murmullo de sombras sin razón,
¿qué es esta sensación que me alucina,
que convierte mi ser en páramo sin canción?
Mi corazón, un desierto de quimeras funestas,
asolado por la ausencia de un querer,
vaga perdido entre las nieblas más siniestras,
sin el dulce néctar del amor que pretende ser.
¿Vivir sin el susurro de un amor propio,
sin el eco de un querer ajeno?
¿Es esta obsesión un destino esquivo,
o un sendero eterno, sin amor pleno?
En mi mente, la primavera yace latente,
pero sus flores no brotan con esplendor,
la nostalgia persiste, implacable y carente,
de un amor que se esfumó, sin dejar rastro de su ardor.
Cuando menos lo aguardo, su recuerdo me asalta,
tormenta mi ser, envejece mi corazón,
mi alma marchita, sin su esencia exalta,
en el crepúsculo del amor, perdido en la confusión.
¿Acaso debió de ser su final,
o quizás el amor propio puede renacer?
En este desencanto, en este desgaste vital,
busco la respuesta en la indiferencia que he de merecer.
El poema refleja una profunda introspección sobre la desolación emocional y la búsqueda del amor, tanto propio como ajeno. Utiliza imágenes de desolación, oscuridad y marchitamiento para transmitir la lucha interna del poeta con la pérdida y la nostalgia, mientras cuestiona la posibilidad de encontrar paz y amor dentro de sí mismo. La estructura y el lenguaje refuerzan el tono melancólico y reflexivo, llevándonos a una contemplación sobre la naturaleza del amor y la existencia.
Gracias a Rafael Martínez, antiguo alumno de nuestro centro, por la lectura de su propia composición.