Nana

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Cuando llega la noche
mi niña llora.
¡Es tan grande su cama
y ella tan sola!
Niña, no llores,
que encoges con tu llanto los corazones.
 
Un poquito de agua
y luego un beso
son las dos medicinas
para tu sueño.
Ríete, niña,
porque el mejor jarabe
es tu sonrisa.
 
Ahora cierra los ojos,
sueña sin miedo,
que la luz que te alumbra
la llevas dentro.
Duerme tranquila,
que cuando te despiertes
traerás el día.

Un poema de Juan Antonio González Romano –poeta sevillano contemporáneo- que recrea la tradicional canción de cuna para arrullar y hacer dormir a un bebé; es una recreación con más ejemplos, entre ellos los de García Lorca y Miguel Hernández.

En tres estrofas, de versos irregulares y rima asonante, el yo poeta –la madre, el progenitor- se dirige a una niña, con dulzura y un amor enorme; los cuidados a una criatura, el enamoramiento hacia una hija, la alegría que se expande a su alrededor… una vida entregada al cuidado de otra vida, indefensa y dependiente.

Gracias a Estefanía Martín –compañera en un curso anterior en nuestro Centro- por la lectura de este texto.

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