Niños y adultos

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A los diez años creía
que la tierra era de los adultos.

Podían hacer el amor, fumar, beber a su antojo,
ir adonde quisieran.
Sobre todo, aplastarnos con su poder indomable.
 
Ahora sé por larga experiencia el lugar común:
en realidad no hay adultos,
sólo niños envejecidos.
Quieren lo que no tienen:
el juguete del otro.
Sienten miedo de todo.
Obedecen siempre a alguien.
No disponen de su existencia.
Lloran por cualquier cosa.
 
Pero no son valientes como lo fueron a los diez años:
lo hacen de noche y en silencio y a solas.

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Un poema reflexivo de José Emilio Pacheco sobre la existencia del hombre adulto y su identidad misma.

Haciendo una introspección en primera persona, el poeta recuerda desde su niñez la visión del hombre adulto, poderoso, libre y dominador del niño.

Ya adulto el niño, la visión del adulto empeora, expresada con lirismo y duramente; el hombre está sujeto a la insatisfacción y al poder de otros. El patetismo aumenta al constatar su miedo y su dolor, y la falta de reconocimiento de estos.

Una poesía de reflejo de nuestras limitaciones, cuya belleza está en su franqueza al mostrarnos como somos.

Gracias a Manuel Amador, compañero de nuestro Centro, por la lectura de esta composición.

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