Odisea doméstica

                        I
 
Era un lobo de mar,
un titán laureado en páramos
  ignotos,
protagonista altivo a la luz cenicienta
de las noches de invierno.
 
Era Ulises Rodríguez,
tatarabuelo nuestro,
tallado en el temblor
de la voz procelosa de la abuela.
 
Atravesó mil mares,
remontó el curso de ríos encrespados.
Fue justo, fue valiente,
                                     casi inmortal,
honesto. Se enfrentó
a todos los peligros sobre la superficie
de la tierra y dejó en el océano
una estela de sangre.
 
En el pueblo lo aguardaban su esposa
y su único hijo.
 
Tardó más de veinte años en volver
pero antes se enfrentó a monstruos
y a tiranos.
Ordenó que lo ataran a un mástil
para no oír la voz malvada
de unas bellas mujeres
que querían alejarlo
de mi tatarabuela,
mordiendo su memoria
con la miel de su canto.
 
 
                       II
 
Nadie puede saber cuánto sufrí por ellos,
cuántas noches recé contra las sábanas
extensas letanías por el feliz encuentro
y porque en otro mundo jamás se separaran.
 
Un día en el colegio,
los puñales más crueles
                                 hirieron mi memoria.
Huérfana y desolada, enmudecí
frente a la crónica
que el libro de lectura ofrecía
                                       ante mis ojos.
 
Llegué a casa llorando,
con las trenzas deshechas
y odiando a la maestra.
Me había arrebatado
            –en apenas dos páginas–
la historia de mi vida 
                                    un tal Homero.

Un poema de María Rosal -Poeta, narradora y ensayista, es Catedrática de Didáctica de la Lengua y la Literatura del Departamento de Ciencias del Lenguaje de la Universidad de Córdoba. Doctora en Teoría de la Literatura y del Arte y Literatura Comparada por la Universidad de Granada, directora de la Cátedra Leonor de Guzmán y directora general de Igualdad de la Universidad de Córdoba (2015-2022). Forma parte de la Real Academia de Córdoba y de la Academia de Buenas Letras de Granada… y mucho más- que la misma autora comenta:

“El poema se presenta, ya desde el título, como una reescritura de algunos de los pasajes de La Odisea. El adjetivo “doméstica” rebaja la altura de la epopeya y la traslada al espacio humilde y familiar en el que una niña ha podido escuchar en labios de su abuela las aventuras de un antepasado. Es un texto que se plantea como una apropiación irónica de los mitos de nuestra cultura para revisarlos y cuestionarlos.

El acercamiento del héroe se produce a través de la inclusión del apellido familiar “Rodríguez”, un apellido bastante común y cercano. Los episodios de La Odisea en los que se narran las hazañas de Ulises se suceden en la primera parte del poema, mientras que en la segunda el foco se sitúa en el sentimiento del sujeto poético y particularmente en la desolación que sufre al comprender que aquel héroe familiar nunca existió. Los últimos versos remiten al cuestionamiento del patriarcado y de las verdades comúnmente aceptadas al nominar de manera irónica y en lenguaje coloquial al gran poeta de todos los tiempos como alguien perfectamente desconocido: un tal Homero”.

Una maravilla de poema, un juego metaliterario, la calidad del estilo, el humor y la emoción concentrados en un texto.

Gracias a María Rosal por su generosidad en la lectura de su composición y en el comentario de la misma.

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