Ojalá no me dejaras ir…

 Ojalá no me dejaras ir como haces siempre,
 porque va a llegar septiembre,
 y tal y como venga el frío
 te darás cuenta de que no fue mío
 lo que acabó esto para siempre.
 Pero es que llega el momento
 en el que te cansas de ver pasar trenes
 una
 y
 otra
 vez,
 y quieres que,
 de una vez por todas,
 te esperen a ti y te digan:
 «Personas como tú sólo pasan una vez en la vida,
 y yo
 no voy a perderte».

Un poema de Loreto Sesma, una joven poeta, cuyo principal rasgo poético es su joven mirada sobre el viejo tema del amor entre dos humanos.

La composición comienza con el deseo impetuoso (y ese es su contenido emocional) de no ser abandonado, de ser querido por quien se quiere.

Como curiosidad, en esta poesía aparece un onmipresente tú, pero con usos diferentes, tres usos que estructuran el poema en otras tantas partes.

Entre los versos 1 al 5, el yo poético plantea al tú (querido por el yo, claro) su deseo de no ser abandonado, sin haber sido motivo para ese abandono (!).

De los versos 6 al 14, el tú que aparece es el tú de uso impersonal que se hace en el registro informal; tú, o sea, cualquiera, sufre al sentirse abandonado.

De los versos 15 al 18, el yo poético pone en boca del tú poético lo que le gustaría oír, una declaración sincera y tajante de un amor eterno (ingenuo y bello, como cualquier amor joven), dirigida al yo poético ahora convertido en un tú receptor del amor.

Un bonito poema de amor del bueno, del que dura; o eso se espera.

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