Para que no olvides





Siempre estaremos solos. Poco importa
si alguna vez tuvimos un amigo
o una madre que nos quisiera siempre.
 
Cuando al fin lo comprendas,
de nada servirá que hayas tenido
una novia con pelo castaño y hermosísimo
con quien pasar las tardes.
No hará falta que esperes el silencio
que para siempre cierra las puertas de esta vida.
Cuando estés con amigos disfrutando la tarde,
bastará con que sientas,
con la emoción de un tonto adolescente,
que nadie te comprende en lo profundo,
que no nos comunican las palabras.
 
Siempre estaremos solo en este día
que se pierde y me deja
con un poco de lluvia, solamente.

Un poema contundente sobre un rasgo esencial de nuestra existencia humana.

El yo poético muestra y enseña a un tú poético la presencia de la soledad en la vida de todos, del tú al que se dirige y del propio yo que escribe.

En un repaso de la vida y de las relaciones personales que se establecen en ella, existe la certidumbre de la imposibilidad de la comunicación con los demás (en este caso, debido a la incapacidad del lenguaje para comunicarnos).

Una poesía reflexiva sobre nuestro pasar por el mundo, sobre el sentirse solo como algo inherente al mismo vivir. Con eso debemos contar, parece poetizar muy bien el autor.

Gracias a Juan Rodríguez Pastor, profesor emérito, director de Saber Popular y ejemplo de bonhomía, por su lectura.

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