Poema de género

Mi padre me lo enseñó todo
acerca de cómo no debe ser un hombre.
 
Mi abuelo me lo enseñó todo
acerca de cómo eran antes los hombres.
 
De modo que me fui haciendo hombre
sin saber cómo ser.
 
Sobre el asunto, los libros decían poco.
Lo que dejaban entrever las canciones
tampoco me convencía.
El arte decía: las mujeres, mejor desnudas,
mejor mudas, mejor incluso tullidas.
Pregunté a mujeres que me enseñaban una teoría
y me respondían con una práctica distinta.
 
Si fuera cierto que errar
es el mejor modo de aprender
habría llegado a algún entendimiento.
 
Y sigo sin saber coser un botón
ni hacer una maleta,
pero del mismo modo que lo hacía mi abuela
 
(mi abuela desdentada
no por el hambre, sino por la ignorancia)
(mi abuela analfabeta
que componía poemas con rima)
 
separo lentejas de piedras,
guiso las lentejas
y con las piedras hago caminos
por los que nunca volver.

Un poema de Martín López Vega -autor de varios libros en castellano y asturiano, traductor y ganador de algunos premios literarios- con un título como poco desconcertante.

Y en el desarrollo de esta poesía encontramos por parte del yo lírico la poetización de la búsqueda de la identidad personal -con esa expresión desafiante de ser un hombre, tan clásica y tan actual a la vez.

Y, en este proceso de formación, tienen voz el padre de cada uno, el abuelo, uno mismo, la formación cultural -libros y canciones-, los propios errores… hasta llegar a la misma abuela, que es quien en verdad determina su manera de ser y actuar.

Con sensibilidad, sencillez e ironía -con calidad literaria e inteligencia- el autor nos hace mirar dentro de uno mismo y ver de qué y cómo estamos hechos y quién ha influido en que seamos como somos.

Gracias a David Matías -fundador y director de La Moderna editora, donde ha publicado más de 40 títulos; su primera novela es Principio de incertidumbre, y fue ganador el Premio Arturo Barea de investigación con La leyenda de Las Hurdes-, compañero de nuestro Centro, por la lectura de esta composición.

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