Poema para Sonia
Todas las vidas son muy complicadas. También la tuya, Sonia, por supuesto. Y todos hemos sido alguna vez gorditos y gafotas, con los dientes torcidos, empollones, insufribles. Tú que tienes la suerte de hablar alto y claro y de que no te da vergüenza hablar de sentimientos y pasiones, olvida tus responsabilidades por un momento y piensa qué pecado cometiste para no ser feliz. Y cuando identifiques ese error, mirándote por dentro, retrocede, detén la imagen de tu pifia, trata de subsanarla y, luego, échate a andar hacia el país en que tus decisiones se dejen convencer por el deseo, no por la realidad (que es tan obtusa como un lápiz sin punta), y en que llegues a ser feliz siquiera por un rato, sin complejos ni trabas, seducida por el dios del amor y la belleza.
Un poema de Luis Alberto de Cuenca con un nombre propio en el título, cuya presencia quizás ayuda a dar un rasgo de autenticidad a estos versos.
El poeta se dirige a este tú poético (¿mujer real?) para hablarle de lo difícil que es vivir y de las trabas que cualquiera tiene en su vida desde pequeño.
Se dirige explícitamente y exhortativamente a ella, alabando sus cualidades, y le pide algo así con una introspección sobre su infelicidad.
Por último, este mirar dentro de sí mismo, que tiene algo de psicoanalítico, será el germen de un carpe diem individual y feliz, seductor y liberador, amoroso y bello.
Nos quedamos con el buen sabor –las buenas perspectivas y expectativas- del final.
Recitado en la página web de nuestro Insti por el profesor Antonio S. Piris.