Safo
Me parece semejante a los dioses el hombre que se sienta frente a ti y, cerca, te escucha mientras hablas con palabras tiernas y ríes dulcemente. ¡Cómo hiela mi corazón dentro del pecho! Si un momento te miro no me viene la voz, se me quiebra la lengua y enseguida corre bajo mi piel un sutil fuego.
No veo con mis ojos nada y los oídos no dejan de zumbarme.
El sudor se desliza por mi cuerpo y el temblor se apodera de mí. Más ocre que la grama me torno y siento que ya me falta poco para morir del todo.
Mas hay que soportarlo, que también a un pobre…
Poema de Safo, autora griega del siglo VI a. C.; vivió en Lesbos, donde tenía un grupo de discípulas a las que enseñaba y con alguna de ellas tuvo relaciones amorosas, expresadas en sus poemas; de ahí el adjetivo lésbico, en referencia a su patria, para designar el amor entre mujeres.
En esta poesía, el inicio está en la sensación de impotencia, de sufrimiento, ante la contemplación de una persona amada con otra persona.
Tal es la pasión que siente el yo poético, que diviniza a la persona que disfruta de su amada.
Lo poético de esta composición es la descripción de las sensaciones físicas que experimenta el yo poético, delante de su amada (y al alcance de otro), descripción llena de belleza, verosimilitud y sinceridad.
Es último verso inacabado es reflejo de la fragmentación con que ha llegado hasta hoy la poesía lírica griega arcaica.