Sé tú mi límite
Tu cuerpo puede llenar mi vida, como puede tu risa volar el muro opaco de la tristeza. Una sola palabra tuya quiebra la ciega soledad en mil pedazos. Si tu acercas tu boca inagotable hasta la mía, bebo sin cesar la raíz de mi propia existencia. Pero tú ignoras cuánto la cercanía de tu cuerpo me hace vivir o cuánto su distancia me aleja de mí mismo me reduce a la sombra. Tú estás, ligera y encendida, como una antorcha ardiente en la mitad del mundo. No te alejes jamás: Los hondos movimientos de tu naturaleza son mi sola ley. Retenme. Sé tú mi límite. Y yo la imagen de mí feliz, que tú me has dado.
Un poema de José Ángel Valente sobre la amada, presente en una segunda persona y en un tú repetido.
Con bellas imágenes, el poeta declara, yendo más allá de lo racional y lo prosaico a lo más poético, la dependencia total (pensemos que no patológica, sino sana y hermosa) de esa tú amada.
Hasta tal punto que su existencia (su vivir) está limitado y conformado por la presencia del sujeto de amor.
Más no se puede querer, más no se puede entregar y más no puede alguien necesitar a otro alguien (por lo menos, en un poema).
Qué bellas palabras sobre el amor.