Serán ceniza

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Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre.
El corazón
tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.
 
Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.
 
Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo,
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.
 
Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
Cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.

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Un poema de José Ángel Valente con un título que hace referencia directamente al soneto de Fco. De Quevedo Amor constante más allá de la muerte, con el que tiene mucha relación de estilo y de contenido –por su afirmación de la fuerza del amor en la trayectoria vital, por su profundidad y por su calidad estilística. Y es un ejemplo paradigmático de lo que es la lírica, por la expresión de la subjetividad en primera persona y por la creación de un lenguaje propiamente poético.

La composición empieza con el desaliento vital como estado emocional del yo poético; a continuación, en ese estado hay algo que lo alivia y que lo saca de la soledad, el amor, el contacto con otro, el amparo de sentir a alguien al lado.

Una poesía sobre la reivindicación del amor, que justifica y mejora nuestra existencia, y que da sentido a nuestra vida, antes de la muerte. Un texto de enorme calidad literaria, reflexivo y capaz de trasmitir y compartir la emocionalidad más humana.

Gracias a Beatriz Osés –docente y escritora muy reconocida, y creadora de la muy conocida colección de Erik Vogler- por su generosidad y corresponder con esta lectura..

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