Tanto amor

Hay tanto amor en mi alma que no queda
ni el rincón más estrecho para el odio.
¿Dónde quieres que ponga los rencores
que tus vilezas engendrar podrían?

Impasible no soy: todo lo siento,
lo sufro todo… pero como el niño
a quien hacen llorar, en cuanto mira
un juguete delante de sus ojos
se consuela, sonríe,
y las ávidas manos
tiende hacia él sin recordar la pena,
así yo, ante el divino panorama
de mi idea, ante lo inenarrable
de mi amor infinito,
no siento ni el maligno alfilerazo
ni la cruel afilada
ironía, ni escucho la sarcástica
risa. Todo lo olvido,
porque soy solo corazón, soy ojos
no más, para asomarme a la ventana
y ver pasar el inefable ensueño,
vestido de violeta,
y con toda la luz de la mañana,
de sus ojos divinos en la quieta
limpidez de la fontana…

Un poema de Amado Nervo -bajo este pseudónimo, fue uno de los poetas más destacados del movimiento modernista americano y uno de los grandes representantes de la lírica mexicana en el siglo XX- donde se produce una autoafirmación del yo lírico en la posesión / existencia en sí mismo del amor, frente a lo contrario que posee un tú poético.

El resto del poema es una exposición de sí mismo, de su sentimentalidad y emocionalidad -como una energía superior e interior, el amor, junto al sentido del consuelo y la inocencia de un niño, además del ensueño- frente a la negatividad emocional y sentimental; una lucha de contrarios y gigantes dentro del mundo de los sentimientos que tenemos y con los que nos interrelacionamos con los demás, llevada a la expresión poética.

Una lección de positividad, de belleza lírica, de literatura y de saber vivir.

Gracias una vez más a Antonio Matito, excompañero de nuestro Centro, por la lectura de este texto y por su montaje de presentación.

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