Tengo un plan
Como el que lleva al mar a rastras en los ojos,
el que camina hacia delante, acariciando espaldas,
o el que besa parpados para soñar más tranquilo,
te llevo en mi como en un accidente, hecho llanura,
como una caricia que termina en poemas mientras tu duermes,
como tiene el perdón grabado en el pecho el más culpable.
Te lo voy a decir de otra manera,
cuando te miro veo:
pájaros, seres inimaginables,
ojos que traspasan,
padres engullendo a sus hijos,
relojes deshaciéndose en el segundo que condese un instante,
peces devorando tigres, muchachas mirando por la ventana,
un beso en la mejilla de una enamorada arrodillada,
mujeres desnudas de piel azul,
la guerra imaginada y deshecha en un lienzo,
en resumen, defines mis intenciones con la poesía,
quiero conjugar contigo todos los verbos que acaben en arte.
Un poema de Elvira Sastre que es una autoafirmación (o también llamado empoderamiento) de su intención de amar a alguien. (¿?¡!)
Y en estas disquisiciones amatorias, el yo habla al tú, primero con bellos símiles poéticos (que reflejan el espíritu enamorado de quien ama); y después con una enumeración de imágenes (¡¿surrealistas?!, de naturaleza pictórica), para acabar en una intensa declaración de amor metalingüística.
Otra manera de hablar de amor, válida en su apariencia de verosimilitud y fuerza lírica.