Se abría la pared, cada mañana se abría la pared y se movía el dolor en los huesos de la tarde. Era una forma extraña de buscarnos jugando al escondite por la casa. Tus manos rodeando mi cintura y mi sexo y mi vientre y el horizonte entero pegado en un paisaje interminable. Éramos dos fantasmas agitando los cuerpos, enredando los días y las bocas. La voz era un silencio estremecido y la piel un conjuro a mar abierto. Se abría la pared y se paraba el mundo -tarde-mañana-noche- en un bucle final y sucesivo, un grito a tumba abierta y un abismo de agua entre tú y yo.
Un poema de Nieves Álvarez sobre el encuentro amoroso y concreto de dos amantes.
Con el juego mágico de las palabras que hace la poeta, se nos presenta de una manera casi narrativa, pero muy hermosamente lírica, el deseo, la pasión física de dos personas que cumplen con el rito de la satisfacción carnal.
El comentario de esta poesía parece ser un pecado de mirón. Queda disfrutar del lirismo, de las imágenes embellecedoras y de la calidad literaria de esta composición.
Gracias a su autora por regalarnos la recitación de su propia obra.