Uno
Yo cenaré cada día todos tus miedos, para que duermas bien. Yo pondré defensas Y fosos, y quedarán lejos tus monstruos sin apenas su ronquido. Yo velaré tus noches con el sable en mi mirada, con el diente dispuesto y la crin erizada. Yo inventaré de nuevo los caminos y los suelos, yo pondré bolas a los pinos secos de Navidad, yo pintaré de negro las comarcales y de blanco sus discontinuas. Yo haré fango sin agua. Yo los esperaré a la mañana con mi red para pájaros, metidos tras a retama y contando hasta tres. Con mi coraza de risas y mi montura de nubes, visando tus gañanías, pendiente de tu trigo, celoso de tus sueños. Armado hasta los dientes. Briago de insolencia. Dando boleto.
Un poema de Mario Marín, en el que el yo poético se presenta como el salvador / el defensor / el protector de un tú poético, en una abundancia de anáforas, signo de la insistencia en su presencia ante los peligros / las necesidades / las incertidumbres que sufre el tú amado, pues no de otra manera se puede considerar al que así es protegido.
Un ritmo poético rápido, un tiempo futuro que suena a promesa de protección y presencia en el tiempo que queda por llegar.
Una mezcla de imágenes nuevas, de expresiones coloquiales, de cultismos y de términos y de lugares comunes.
Un poema íntimo y vital / existencial, romántico y duro… todo a la vez… que funciona como una declaración de intenciones amorosas.
Del nopoemario Go, go, go, good morning, to school, última publicación de un compañero de cursos anteriores.
Gracias.