¿Volver?
¿Volver? Vuelva el que tenga, tras largos años, tras un largo viaje, cansancio del camino y la codicia de su tierra, su casa, sus amigos, del amor que al regreso fiel le espere. Mas ¿tú?, ¿volver? Regresar no piensas, sino seguir libre adelante, disponible por siempre, mozo o viejo, sin hijo que te busque, como a Ulises, sin Ítaca que aguarde y sin Penélope. Sigue, sigue adelante y no regreses, fiel hasta el fin del camino y tu vida, no eches de menos un destino más fácil, tus pies sobre la tierra antes no hollada, tus ojos frente a lo antes nunca visto.
Un poema intenso de Luis Cernuda.
En la primera estrofa, una pregunta retórica de gran dureza vital y conceptual; la vuelta, en la existencia humana, a donde antes uno se ha marchado, tiene sentido si hay donde regresar.
En la segunda estrofa, se pregunta muy directamente a un tú, que puede ser el mismo yo que se pregunta a sí mismo, o cualquier lector. Si no hay donde volver, si no hay lazos vitales, sentimentales, personales, no hay que plantearse el regreso. El deseo del regreso puede ser un engaño.
La última estrofa, más contundente que las anteriores, si cabe, comienza con un imperativo; y con imágenes muy poéticas, lo nunca pisado y lo nunca visto. Nada es fácil, solo existe el reto de avanzar.
Como dicen Los Chichos en un introito de unas de sus canciones, De frente y a Panamá, Vicente.