Campi Elysii (Aeneis, Liber VI) / Los Campos Elíseos (La Eneida, Libro VI)

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deuenere locos laetos et amoena uirecta
fortunatorum nemorum sedesque beatas.
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largior hic campos aether et lumineuestit
purpureo, solemque suum, sua sidera norunt.
purpúrea, y su propio sol y sus astros conocen.
pars in gramineis exercent membra palaestris,
contendunt ludo et fulua luctantur harena;
pars pedibus plaudunt choreas et carmina dicunt.
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arma procul currusque uirum miratur inanis;
stant terra defixae hastae passimque soluti
per campum pascuntur equi. Quae gratia currum
armorumque fuit uiuis, quae cura nitentis
pascere equos, eadem sequitur tellure repostos.
conspicit, ecce, alios dextra laeuaque per herbam
uescentis laetumque choro paeana canentis
inter odoratum lauris nemus, unde superne
plurimus Eridani per siluam uoluitur amnis.
hic manus ob patriam pugnando uulnera passi,
quique sacerdotes casti, dum uita manebat,
quique pii uates et Phoebo digna locuti,
inuentas aut qui uitam excoluere per artis
quique sui memores aliquos fecere merendo:
omnibus his niuea cinguntur tempora uitta.
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llegaron a lugares alegres y a las amenas praderas
de los bosques afortunados y a las sedes felices.
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Aquí un éter más amplio viste los campos de luz
purpúrea, y supieron de un sol propio, de propias estrellas.
Una parte entrenan sus miembros en palestras de yerba,
compiten jugando y en la rubia arena pelean;
otra parte marcan bailes con sus pies y dicen poemas.
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De lejos admira armas de hombres y carros vacíos;
hay lanzas en tierra clavadas y en todas partes süeltos
por el campo pacen caballos. La afición a los carros
y a las armas que tuvieron de vivos, el gusto por criar
caballos lustrosos, los acompaña bajo la tierra.
Ve, ahora también, a otros a diestra y siniestra por la hierba
comiendo y cantando en coro un alegre peán
en medio de un bosque oloroso de lauros, de donde hacia arriba
por la selva la corriente abundante del Erídano rueda.
Aquí, los que luchando por su patria sufrieron heridas
y los sacerdotes, castos mientras vida quedaba,
y los vates piadosos y los que hablaron dignos de Febo,
o los que cultivaron con artes inventadas su vida
y los que hicieron que otros les recordaran por justas razones:
se ciñen las sienes de todos estos con nívea cinta.
Un fragmento de la Eneida de Virgilio -el poema épico del siglo I a. C. escrito en latín que cuenta el viaje de Eneas desde Troya a Italia que acabará con la fundación de Roma por parte de sus descendientes; en concreto, del Libro VI, cuando los troyanos llegan a Cumas y Eneas junto a la Sibila entra en el inframundo o infierno, el mundo de los muertos, donde llegan a los Campos Elíseos- que recoge en hexámetros dactílicos la descripción de este lugar, donde habitaban los elegidos por los dioses, los justos y los heroicos, y donde permanecerían después de la muerte, para vivir una vida feliz y bendecida, y disfrutar de cualquier empleo que hubieran disfrutado en la vida.
El texto es un locus amoenus, la presentación literaria de un lugar natural ideal y agradable donde abunda la vegetación y el agua y el cielo es púrpura, en el que los que lo habitan se dedican a pasatiempos deportivos y musicales, se divierten con caballos y con las aficiones que disfrutaron en vida; acaba le presentación de este espacio con la tipología de muertos que ocupan este lugar y que merecen estar ahí, todos con una cinta blanca en el pelo, a modo de distintivo de su dignidad.
Un ejemplo del concepto del más allá que espera en este caso a los justos y buenos, en el este caso el del mundo romano.
Gracias a las lectoras de estos versos, María Álvarez y Esther Gallardo, alumnas de nuestro Centro.
En la ilustración, los Campos Elíseos de Arthur B. Davies.