Cántico espiritual (fragmento)
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[ESPOSA]
Nuestro lecho florido
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.
A zaga de tu huella
las jóvenes discurren al camino,
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.
En la interior bodega
de mi Amado bebí, y cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí que antes seguía.
Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su Esposa.
Mi alma se ha empleado
y todo mi caudal en su servicio.
Ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya solo en amar es mi ejercicio.
Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido,
que, andando enamorada,
me hice perdediza, y fui ganada.
De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas
en tu amor floridas
y en un cabello mío entretejidas.
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Un fragmento del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz (obra de carácter místico y siempre situada dentro de los topten de la literatura universal).
En esta composición religiosa, ejemplo de la mística cristiana, el yo poético -su alma, un concepto discutible- personaliza la búsqueda, el contacto y la unión con su dios.
En este caso en concreto, dada la dificultad de expresión de esa experiencia ultrasensorial, se usan los términos más convencionales del amor humano, los propios entre un Amado / Esposo y una Amada / Esposa, donde se dan todo lo bueno que hay dentro de cada uno -como en un San Valentín perfecto.
Uso de símbolos, metáfora, imágenes, delicadeza sensual, calidad estilística y entrega total son los componentes de esta obra.
Gracias a nuestro compañero José Manuel Rodríguez por la lectura de este texto.