Catulo
Vivir, Lesbia, y amar. Vamos a ello. Los chismes de los viejos amargados nos tienen que importar menos que nada. Puede ponerse el sol, salir de nuevo, pero la breve luz de nuestros días una vez que se apague será noche que habremos de dormir, interminable. Dame mil besos ya, dame cien luego, y más tarde otros mil y otra centena, y mil más y cien más todos seguidos, y, al fin, cuando sumemos muchos miles, los desordenaremos. Ni siquiera nosotros lo sepamos. Que no pueda un envidioso echarnos mal de ojo si conoce el total de nuestros besos.
Poema del genial Catulo, lascivo y excelso a partes iguales.
Comienza la composición con un canto/llamada al amor (hecho por el yo poético al tú amado), identificado este con la vida (junto a un rechazo al –odioso- qué dirán, íntima y desgraciadamente muy relacionados).
Continúa la poesía con una bellísima expresión poética del tiempo imparable (e infinito) frente a la brevedad del tiempo (finito) de que disponen para amarse dos personas que se aman.
Y a continuación… la locura de los besos, innumerables, incomprehensibles… como un escudo contra los otros, los demás (y su envidia), que entorpecen a los amantes.
Besa y déjate besar. Y estarás vivo.