Exceso de vida

Desde que te conozco tengo en cuenta la muerte.
Pero lo que presiento no se parece en nada 
a la común tristeza. Más bien es certidumbre
de la totalidad de mis días en este
mundo donde he podido encontrarme contigo.

De pronto tengo toda la impaciencia de todos
los que amaron y aman, la urgencia incompartible
de los enamorados. No quiero geografía
sino amor, es lo único que mi corazón sabe.
En mi vida no cabe este exceso de vida.

Mejor, si te dijera que medito las cosas
(fronteras y distancias) en los términos propios
de la resurrección, cuando nos alzaremos
sobre las coordenadas del tiempo y el espacio,
independientemente del mar que nos separa.

Sueño con el momento perfecto del abrazo
sin prisa, de los besos que quedaron sin darse.
sueño con que tu cuerpo vive junto a mi cuerpo
y espero la mañana en la que no habrá límites.

Un poema de Juan Antonio González de una factura impecable.

Desde un dominio lingüístico muy alto, la voz de la primera persona hace una exégesis de su relación amorosa con un tú presente en el texto al que se dirige y habla. Una competencia del uso de la lengua que le sirve al autor para hacer malabares con las palabras y los conceptos que rodean al hecho humano del amor y del deseo entre dos personas.

No caben más comentarios que su lectura atenta.

Una poesía soberbia en su calidad, en sus matices y nivel de expresividad, de una calidad excelsa.

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