Llaneza


Se abre la verja del jardín
con la docilidad de la página
que una frecuente devoción interroga,
y adentro las miradas
no precisan fijarse en los objetos,
que ya están cabalmente en la memoria.


Conozco las costumbres y las almas
y ese dialecto de alusiones
que toda agrupación humana va urdiendo.
No necesito hablar,
ni mentir privilegios;
bien me conocen quienes aquí me rodean,
bien saben mi congoja y mi flaqueza.


Eso es alcanzar lo más alto,
lo que tal vez nos dará el cielo:
no admiraciones ni victorias,
sino sencillamente ser admitidos,
como parte de una realidad innegable,
como las piedras y los árboles.

Un poema de Jorge Luis Borges, una composición esencial sobre la esencia misma del yo poético.

Y la interpretación de esa esencia íntima (qué profundidades literarias y humanas) está en el título; en la simpleza, y existencia, de las relaciones humanas, en el conocimiento mutuo y en la aceptación por parte de los demás.

El autor filosofa líricamente sobre sí mismo, sobre lo que es o lo que desea ser, de una manera impecable y asombrosa, por su precisión y su claridad expresiva.

Quien recita es Daniel Estepa, antiguo compañero de nuestro Centro.

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