Romance sonámbulo
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde…?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
. . .Presentamos las dos primeras estrofas del «Romance sonámbulo», de Federico García Lorca, tal vez el autor más conocido de la Generación del 27, que pertenece a su libro Romancero gitano, publicado en 1928.
El título – «Romance sonámbulo» – ya nos da una pista, puesto que si atendemos a que «sonámbulo» pertenece al campo semántico de la noche o de la madrugada, y que «romance» es un poema narrativo, podemos afirmar que se nos van a contar unos sucesos que han acaecido por la noche, o de madrugada.
Una muchacha está esperando, en un balcón, a su amado, que es contrabandista, y que huye, herido muy gravemente, junto a su compadre, el padre de la novia, de la guardia civil. Ella, tras esperarlo en vano, se ha suicidado arrojándose sobre el aljibe. Los hombres la encuentran muerta, y los guardias vienen a arrestarlos.
La clave del poema está en los dos primeros versos. El color verde, de que el poeta quiere impregnar todo el poema, le viene de la naturaleza verde de las ramas (3ª verso), el cual se había desplazado con anterioridad mental a viento (2ª verso) y de ahí a la presentación inicial (1ª verso).En la primera estrofa aparece un personaje femenino caracterizado con irrealidad (verde carne, pelo verde, / con ojos de fría plata.) y que se sitúa sin conectarse con su circunstancia (las cosas la están mirando / y ella no puede mirarlas.). En la segunda estrofa, el poema se alarga en la descripción del encuadre espacio-temporal (noche y paisaje con monte), animado en la imagen del gato garduño que se eriza como presintiendo la proximidad de alguien. Sugerida esa posibilidad, el poeta vuelve a su protagonista femenina, situada todavía, como en la primera estrofa, sin conexión con su circunstancia, a lo que se junta ahora un dato nuevo (soñando en la mar amarga.).
Gracias a nuestra compañera Catalina López que, junto a su madre, leen esta composición.