Si el hombre pudiera…

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luís Cernuda.

Poema sobre el amor y el deseo (a veces confundidos) y sobre los impedimentos para su materialización.
En la primera estrofa, el sujeto/objeto del poema es el hombre, genérico, y su necesidad y a la vez su dificultad de declarar su amor; admirablemente, ese hombre en tercera persona, sometido e imposibilitado, se convierte en el yo poético (yo sería yo si digo mi verdad).
La segunda estrofa es una canto a la libertad personal del yo, libertad que no existe, pues la verdad no puede ser declarada.
La tercera estrofa es una apelación a un tú, el segundo elemento del amora imposible de declarar.
Un hermoso grito sordo contra los impedimentos que nos someten y un himno casi al derecho al amor.

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