Apunte de una nube
Nube sola y tan blanca que lentamente surcas el cielo azul intenso de esta tarde de finales de julio, mis ojos son testigos de tu indolente y plácida deriva. En tu existencia breve y multiforme no tendrás el cansancio de ser tú misma siempre. El cambio es tu destino, y fascinar con tus metamorfosis a quien rendido mire. Ahora, mano entreabierta me pareces, y ahora un hombre que abraza a una mujer. pero sigo observándote y eres, de pronto, un perro, un caballo que salta, rosa, barco en la niebla, una paloma, mapa de dónde, rostro medio oculto de quién. Y ahora ya no pareces más que nube a punto de ser nada en la distancia. Te vas, te vas, y dejas en el silencio absorto de mi pecho una dulce alegría y una nostalgia leve. Y por fin te deshaces en el aire sin dolor ni conciencia de lo hermosa que has sido.
Un bonito poema de Eloy Sánchez Rosillo, sobre la contemplación de algo tan contemplable como una nube, en el azul del cielo, sola y en verano (algo muy común y hasta banal).
Esta contemplación le sirve al poeta para reflexionar (y divagar) sobre la existencia de la nube, cambiante por esencia; y nos da una lección de, bonito palabro, nefelocoquia, es decir, de la posibilidad humana de ver cosas en las nubes, debido a las formas caprichosas que adaptan.
Por último, una vuelta a la reflexión, sobre la desaparición de la nube (lo efímero, lo pasajero) y sobre las emociones que provoca (alegría, nostalgia y conciencia de lo hermoso, nada más y nada menos).
Sí, esto es poesía.