Cese de hostilidades
–
¿Cómo reconciliarse con el mundo
si es tan necio, veleta, tarambana,
que es capaz de albergar al mismo tiempo
el Taj Mahal, los campos de exterminio,
la mezquindad, tu risa, la traición,
los libros, la ignorancia, un cuerpo que fascina,
el carbón y la sal, los muros y el espacio,
el cáncer y las playas tropicales?
Y, sin embargo, y no obstante, y pese a todo
acudimos al día como quien va a una cita
con una vieja amante casquivana,
la sonrisa planchada y el pañuelo
en el bolsillo izquierdo, fiel, solícito,
y hacemos el amor sin credenciales,
o escribimos poemas que interpretan
la vida a su manera,
como si esta
hubiera de aguardarnos a la vuelta
de la esquina, con su traje de novia
y su ramo de flores
funerarias.
_
Un poema de Eduardo García –poeta español fallecido en 2016- donde se desarrolla una reflexión sobre nuestra relación con la vida, con la nuestra y con todo.
La primera parte de la composición –en versos libres- contiene una pregunta retórica sobre cómo es posible la coexistencia en el mundo –ya de por sí chungo; y maldito parafraseo- de hechos, cosas, sentimientos, acciones, males y bienes y llevar bien esa mezcla.
En la segunda parte, he aquí que vivimos, y que la vida en sí tiene algo de animoso y apetecible, y de ilusorio; y que, al fin, la vida se acaba. Y es lo que hay.
Un precioso texto, humano, agradable de leer, sensato y bien hecho.
Gracias a MariCarmen Domínguez, compañera de nuestro Centro, por la lectura de esta poesía.