Corté el manzano grande…

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Corté el manzano grande que tenía delante de la ventana.
Me tapaba la vista, ésa era una razón, hasta en verano
estaba oscura la habitación; además
en el mercado de frutas ya
no querían sus reinetas.
Pensé en lo que hubiera dicho
mi padre, a él le gustaba
aquel manzano.
Pero lo talé.
Todo se hizo más luminoso, puedo
ver todo el fiordo
y seguir mejor lo que pasa
en todas las direcciones,
la casa está ahora
más a la vista,
se exhibe mejor.
No quiero admitirlo, pero echo en falta al manzano.
Esto ya no es como antes. Nos protegía del viento y daba
buena sombra, el sol se filtraba por el ramaje
hasta la mesa, y por las noches me solía recostar a escuchar
el susurro del follaje. Y las reinetas, no hay
mejores manzanas en la primavera, tienen un sabor
tan aromático.
Me duele cada vez que veo el tocón, cuando se haya podrido
lo sacaré de la tierra y lo cortaré para leña.
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Un poema de Olav H. Hauge -poeta noruego y traductor, y horticultor de profesión durante el siglo XX- que es ejemplo del realismo de lo cotidiano que caracteriza su obra de madurez.
En este texto, el yo poético os cuenta la tala de un árbol propio, como parte de su vida más habitual, las razones y las consecuencias de esta tala, todas medidas y calculadas para bien.
Pero… este hecho tiene unas implicaciones que no hacen sentir bien al talador y propietario…
Un bello poema sobre la relación que se establece entre alguien y la naturaleza que lo rodea y forma parta de su vida diaria, y que determina una manera de estar.
Gracias a Pedro Rosado, compañero de nuestro Centro, por la lectura de esta composición.