Tus manos
Cuando tus manos salen, amor, hacia las mías, ¿qué me traen volando? ¿Por qué se detuvieron en mi boca, de pronto, por qué las reconozco como si entonces, antes, las hubiera tocado, como si antes de ser hubieran recorrido mi frente, mi cintura? Su suavidad venía volando sobre el tiempo, sobre el mar, sobre el humo, sobre la primavera, y cuando tú pusiste tus manos en mi pecho, reconocí esas alas de paloma dorada, reconocí esa greda y ese color de trigo. Los años de mi vida yo caminé buscándolas. Subí las escaleras, crucé los arrecifes, me llevaron los trenes, las aguas me trajeron, y en la piel de las uvas me pareció tocarte. La madera de pronto me trajo tu contacto, la almendra me anunciaba tu suavidad secreta, hasta que se cerraron tus manos en mi pecho y allí como dos alas terminaron su viaje.
Es este un poema de Pablo Neruda excelso, como otras muchas composiciones de este poeta.
La poesía se centra en las manos del amante como elemento a través del que el amado, el yo poético, recibe el amor; una focalización muy poética sobre ese elemento del cuerpo, de los más sensibles y versátiles del hombre y la mujer.
En la primera estrofa, el poeta sorprendido se pregunta sobre el poder erótico de esas manos.
A partir de la segunda estrofa, la poetización de las extremidades del amante es mucho mayor, logrando hermosas imágenes relacionadas con una bella naturaleza.
En el término de la composición, el creador entiende y expresa que ese amor, concretado en unas manos, ha dado sentido a sí mismo.
El amor, las manos de los amantes… en esto consiste la lírica.