El poeta aguarda, impaciente, la llegada de alguna musa

(Estudio de escritor. Mesa de gran tamaño. Estanterías llenas de libros. Puerta al fondo entreabierta. El personaje camina de un lado a otro del escenario).
 
Que alguien recomponga los jarrones
rebosantes de rosas.
Necesito más luz
sobre el brazo desnudo que ahora escribe.
Los libros, que se vean desde todos los ángulos.
Unas hojas tiradas por el suelo pueden
crear ambiente.
Si es posible,
que caiga por completo la noche.
Una luna entre nubes
podría sugerir un halo de misterio.
En la calle
que parezca que la lluvia ha caído.
 
Ella entrará por la puerta del fondo.
Traerá el cabello húmedo —podría haber un fuego
donde secarlo lenta, muy lentamente—.
No hablará.
No hablaré.
El silencio es lo más apropiado.
No elevaré los ojos para verla
hasta pasado un rato.
 
Ella irá hacia las rosas con aire ensimismado
y mirará la luna caminar por mi cielo.
 
Necesito más luz sobre mi mano.
Necesito más luz sobre las rosas
y un fuego y una luna y un cielo
antes de que ella llegue.
 
Y que haya llovido.

Un poema de Irene Sánchez Carrión con un título desenfadado, irónico o divertido.

 Esta composición comienza como una acotación teatral, donde se sitúa el poeta, como en un entorno conocido.

Y la continuación es el desarrollo de la escena donde habla el yo poético, donde nos describe cuál es la situación ideal, íntima y personal, para que aparezca la inspiración (personificada en la divinidad clásica llamada musa) para la escritura .

Un ejercicio lírico muy logrado, sobre las condiciones y el ambiente necesario y buscado para la creación literaria.

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