El poeta es un fingidor

Pessoa

El poeta es un fingidor.
 Finge tan completamente
 que hasta finge que es dolor
 el dolor que en verdad siente.

Y, en el dolor que han leído,
 a leer sus lectores vienen,
 no los dos que él ha tenido,
 sino sólo el que no tienen.

Y así en la vida se mete,
 distrayendo a la razón,
 y gira, el tren de juguete
 que se llama corazón.

Para comprender y comentar este bellísimo poema haría falta subir hasta un nivel de entendimiento de grado 3… (Véase alguna teoría de la comunicación, bla, bla, bla).

En principio, la composición se articula en tres estrofas breves, sin alardes técnicos, pero duras en su comprensión.

En la primera estrofa, el poeta habla del poeta, como un recreador (y por tanto de la creación poética y de la función poética)… de las emociones, que deben ser/parecer auténticas.

En la segunda estrofa, la atención está en los lectores; parece que estos buscan algo más allá, en la lectura de los poemas, que a sí mismos, y a sus propias emociones.

La tercera estrofa es una conclusión a este tratado de humanidad, filosofía y crítica literaria (¡en doce versos!). La poesía es un reflejo de la emoción humana; y sirve para eso, para hacernos sentir.

 

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