Ser joven
Ser joven
era abrazar la noche en llamas
hasta el amanecer,
tomar las curvas rectas
como quien tiene prisa por llegar a sí mismo.
Ser joven
era atropellar la vida,
un ejercicio de funambulismo.
Estrellarse contra el azul del cielo,
contra el aire, contra la realidad.
A veces, ser joven
era un deseo temerario de envejecer,
como quien echa un pulso al tiempo
y solo arriesga el instante de una detonación.
Ser joven fue,
y no volverá a serlo nunca más.
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Un poema de Ángel Guinda que consiste en un desarrollo del título, en la explicación y la definición de en qué consiste ese status social y esa etapa psicofísica de los humanos.
Y viene a ser definido ese momento vital como una búsqueda de límites, como un desafío, como la lucha por un sitio en la vida y por el deseo de crecer, según parecen decir estos versos, con imágenes dinámicas, arriesgadas y potentes (que recogen bastante bien el espíritu juvenil, generalmente entendido).
Lo peculiar de esta composición es que se trata de una rememoración, escrita en pasado (también puede entenderse como una confesión autobiográfica particular llevada a lo general), de algo que es el inicio (y recurrente en todos) de puesta en práctica de capacidades y facultades. Este uso del pasado viene a decir que, como fatalidad universal, esa edad es un tramo de la vida que pasa.
Gracias por su lectura a Blanca Flores, alumna de 2º de bachillerato de nuestro Centro; sirva esta poesía para animar a Blanca y a sus compañeros de mismo curso y años a afrontar esta situación de incertidumbre que viven.