El viaje

I
 
Para el niño, enamorado de láminas y mapas,
el universo es igual que su hambre ilimitada.
¡Ah, qué grande es el mundo a la luz de la lámpara!
¡Y qué pequeño el mundo para los ojos de la memoria!
 
Una mañana partimos, la cabeza en llamas,
el corazón hinchado de rencor y amargos deseos,
y vamos, al ritmo de las olas,
meciendo nuestro infinito sobre lo finito de los mares;
 
unos, felices de huir de una patria infame;
otros, del horror de sus cunas, y otros,
astrólogos ahogados en los ojos de una mujer,
la tiránica Circe de perfumes peligrosos;
 
para no ser convertidos en animales, se embriagan
de espacio, de luz y de cielos encendidos;
el hielo que los muerde y el sol que los quema
borran lentamente la marca de los besos.
 
Pero los verdaderos viajeros sólo parten
por partir; corazones livianos, como globos,
jamás escapan de su fatalidad,
y, sin saber por qué, siempre dicen: ¡Vamos!
 
Aquellos para quienes el deseo tiene forma de nube,
y que sueñan, como el soldado sueña el cañón,
con inmensos placeres, cambiantes, desconocidos,
¡de los que el espíritu humano nunca supo el nombre!

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El inicio de un poema de Ch. Baudelaire -del que esta semana se recuerda su bicentenario-, de su obra Las flores del mal, una obra considerada fundamental en la poesía moderna, por su estética y sus planteamientos vitales.

En la primera estrofa, habla del instinto humano del viaje, del interés por el conocimiento del mundo.

En las tres siguientes estrofas, el poeta desarrolla la idea del viaje como huida, como necesidad de olvido y superación del disgusto. Aparece la referencia mitológica a la hechicera Circe, como ejemplo del amor -en su mala versión- que empuja a un escape.

En las dos últimas estrofas, aparece la imagen del buen viajero, arriesgado, alegre y deseoso de nuevas experiencias. Y he aquí un ejemplo de la modernidad de esta obra, la aparición de este tipo de persona que busca y quiere conocer lo que no conoce y que no se limita a su entorno -una idea moderna ahora precisamente limitada por las circunstancias; el viaje como parte del arte de vivir.

Gracias a Ricardo por su lectura.

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