Magia de la lluvia

Si llueve, no importan
distancia ni tiempo.
Esté donde esté,
el mundo es un pueblo.

-mi pueblo-, una calle
-mi calle-, una casa
que guarda en su vientre
de arena mi infancia.

Si llueve, mi madre
regresa a los treinta
y yo me acurruco,
feliz, junto a ella.

Sobre la camilla,
hay nueces y un libro,
cerrado, de Verne.
Mañana es domingo.


Un poema de carácter evocador de Javier Salvago.

El poeta, a partir del fenómeno de la lluvia, se dedica a evocar, en un ejercicio muy íntimo y muy lírico, diversos elementos, desde su población hasta, en descendiente (no por menor importancia), su casa, su madre y objetos de su pasado.

El yo poético vuelve a un lugar mágico, el recuerdo de su infancia, localizada perfectamente y dominada por la presencia de un ser querido.

Una poesía delicada, muy sencilla, de versos breves, concentrada en la genialidad de unas pocas palabras que transportan al lector hasta un momento muy verosímil y bien dibujado. Incluso recoge, increíblemente, el ambiente de una víspera de domingo en la infancia de un niño. No se puede decir tanto en tan pocas palabras.

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