¡Oh, cuál te adoro!…
¡Oh, cuál te adoro! Con la luz del día
tu nombre invoco, apasionada y triste,
y, cuando el cielo en sombras se reviste
aún te llama exaltada el alma mía.
Tú eres el tiempo que mis horas guía,
tú eres la idea que a mi mente asiste,
porque en ti se concentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza y mi poesía.
No hay canto que igualar pueda a tu acento,
cuando tu amor me cuentas y deliras
revelando la fe de tu contento.
Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.
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Un soneto de Carolina Coronado de asunto amoroso, donde el yo poético femenino habla abierta y apasionadamente del amor que siente por su amado (lo que en su momento no era corriente ni pertinente); en la secuencia de las estrofas, en la primera aparecen los protagonistas, el yo que ama y siente con mucho sentimiento, como buena romántica -lo que se observa en el estilo-, y un tú amado; en la segunda, hay una descripción -intensa, como romántica que es- del tú objeto de amor; en la tercera, aparece el amor recíproco que recibe la mujer amante; y en la cuarta, se llega a la máxima exaltación del amor…
Con motivo de la conmemoración del bicentenario del nacimiento de esta escritora; una puesta en valor y un reconocimiento de su valía (en su vida, era criticada por dedicarse a escribir…).
Gracias a Ana Merino por su disposición para la lectura de este poema.